La galopante
crisis está cambiando el perfil de las personas que recurren a la cruz Roja de
Rute. “Hasta ahora atendíamos a temporeros, inmigrantes o personas enmarcadas
en sectores marginales”, comenta la coordinadora, Rosa Granados, quien ha visto
en el último año cada vez más ruteños “vienen por alimentos o a ducharse,
cocinar o lavar la ropa”.
En los dos
últimos años, el edificio de la Cruz Roja
se ha transformado, con la colaboración del Ayuntamiento, recursos propios, la
obra social de La Caixa
o la aportación de profesionales como electricistas o fontaneros que han hecho
su trabajo a un costo menor. El resultado es un centro de atención diurna en la
que se puede cocinar, ducharse o lavar la ropa, como explica el presidente de la
Cruz Roja de Rute, Francisco Aroca. En esta
reforma se ha creado un salón con televisión, la zona de lavandería se ha
cambiado, creando una cocina, además del cuarto de baño con cuatro duchas.
Una
infraestructura básica, que cuenta con un gran almacén cedido por el
Ayuntamiento, que permite atender a más de un centenar de personas semanales.
“Los que llevamos años trabajando en la cruz Roja nunca habíamos visto una
situación como esta, con tantas familias en malas condiciones, con todos sus
miembros en paro, con problemas económicos graves, de no poder hacerse cargo de
lo básico como pagar el agua, la luz o el material escolar de los niños”,
explica rosa Granados.
Ahora la
Cruz Roja de Rute ha recibido 17.000 kilos
de alimentos básicos, casi 10.000 kilos menos que otros años. Se trata de la
segunda fase de reparto de alimentos, que durará hasta febrero. Se reparten
unos cien lotes de comida semanales. Rosa Granados pide la solidaridad de los
ruteños, a la vez que agradece las colaboraciones que recibe como la obtenida
en la reciente campaña ‘Ahora más que nunca’, con la que se han captado fondos
en los centros educativos de la localidad.